José Antonio Luer, dramaturgo y director del la compañía La Bóveda Celeste conversó con Sala UPLA de su último trabajo, “Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana” protagonizado por Laura Toledo, actriz de obras como Simulación y Ética. Esta obra se presenta hoy y mañana en Sala UPLA a las 20 horas.
«Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana» es un monólogo que conjuga diferentes voces en torno a la problemática en la zona de sacrificio de Ventanas-Quintero, proponiendo preguntas atadas al concepto de energía y sus flujos descontrolados.
De esta manera, el escenario es concebido como un alambrado de cobre, que genera movimientos simultáneos y reúne diferentes voces de mujeres que se van entretejiendo, generando un símil entre la colonización de los cuerpos y los territorios, en la concatenación de un lenguaje escénico posdramático que hibridiza diferentes estilos y disciplinas.
La puesta en escena toma como campo de estudio la filosofía en torno al ecofeminismo propuesta por Maria Mies y Vandana Shiva, y de la energía y los movimientos sociales de antropólogos y filósofos tales como Manuel Delanda y Richard Newbold Adams, bases teóricas que se entrelazan con la dramaturgia, la actuación, el diseño y el campo sonoro de la obra.
¿Cómo se cruzan en esta obra los principios del feminismo y el conflicto medioambiental de Quinteros –Ventanas?
En realidad la obra no trata los principios del feminismo como tal, puesto que no es un discurso que me corresponda como autor. Lo que hace la obra es materializar algunas ideas en torno al extractivismo y estas ideas se metamorfosean con abusos de poder que podemos reconocer en el comportamiento patriarcal de nuestro entorno.
Ese abuso me puede tocar a mi como homosexual, a un niño, a las mujeres, o a cualquier ser que esté bajo la escala jerárquica que se autoimpone el machismo en nuestra sociedad, de esta forma el montaje propone un símil entre lo que es la colonización de la tierra y sus recursos, y la colonización de los cuerpos, sin embargo, el monólogo es encarnado por una mujer (Laura Toledo) y fue pensado para que ella lo represente, por lo tanto no se puede escapar de este antecedente que es tan evidente y reflecta hacia manifestaciones de una época con sólidas bases históricas.
¿Qué puntos de la filosofía eco feminista que mencionas en la reseña inspiran la escritura de esta obra? y si se materializan en ella ¿cómo se hacen presentes?
La obra contiene un estudio de la materia eco feminista principalmente de las propuestas ideológicas de Vandana Shiva y María Mies. En ese sentido, me pareció interesante tomar ese material como fuente de investigación para encontrar inspiración y canales que condujeran algunas ideas que me mantenían inquieto, ideas relacionadas al extractivismo y la forma en que nos relacionamos con los poderes humanos y la naturaleza. Cuando llegué al eco feminismo me abrió la mente a partir de las bases que sostiene en torno a la crítica de las jerarquías de género, el patriarcado, la necesidad de explotación capitalista, la instrumentalización del mundo “natural”, y la separación entre naturaleza y cultura, sentí que estas bases estaban ligadas de alguna manera a la visión que estaba criticando en este mundo masculino, en dónde parece ser que desde el renacimiento el hombre es el centro de todas las cosas y no hay ser que se le equipare. El hombre de género normativo siempre mira desde arriba, pero la crítica no es al hombre como género, sino al hombre que se concede el poder de estar por sobre algo/alguien más. Esta materia se hace presente en la obra en una situación en la cual una mujer es abusada por su padre y debe tomar una decisión al respecto; volver al pasado, enfrentar y combatir, o quedarse en silencio.
¿Cómo elaboraste el texto, tomando en consideración que es una ficción que surge a partir de una situación real. Existen testimonios de mujeres; material de archivo?
Parte de mi investigación fue recorrer ventanas y entrevistar a algunas personas que participan en agrupaciones culturales. Recuerdo haber entrevistado a una mujer que muy generosamente me entregó varios datos de su experiencia personal como artista, hija, mujer, y activista. Desde ese testimonio fui construyendo algunas ideas, mas que nada yo quería armar un mapa que proviniera de esa realidad, pero no tenía ninguna intención de proyectar esa realidad de manera “verídica” o “legítima” en el escenario, sino más bien invocar sensaciones y constelaciones. También trabajé con documentos de investigación externos, uno en particular fue de gran ayuda realizado por la Unidad de Redes Transdisciplinarias de la Vicerrectoría de Investigación y desarrollo de la Universidad de Chile «Los territorios que habita(re)mos». También leí testimonios de mujeres recopilados por otras fuentes, pues son las mujeres quienes se movilizan en Ventanas, ya que la cultura en Ventanas es bien machista y gran parte de los varones son formados para trabajar en las fábricas, lo cual parece ser un círculo de conflicto. Estas ideas están en la dramaturgia, comenzaron a impregnarse en un mundo poético en la cual aparecen personajes, poemas, secuencias, atmósferas y acciones que van construyendo una sensación que proviene de ventanas, pero que nos hace mirar a Chile. Es como si Ventanas fuese una pequeña ventana por la cual miramos a nuestro país.